Uzbekistán es ese destino que te hace sentir como si hubieras viajado en el tiempo. Imagina cúpulas turquesas brillando bajo el sol del desierto, bazares llenos de especias y alfombras tejidas a mano, y una hospitalidad tan cálida que te sentirás como en casa desde el primer momento. Este país de Asia Central, atravesado durante siglos por caravanas cargadas de seda y tesoros, guarda entre sus muros de adobe las historias de conquistadores, mercaderes y artesanos que forjaron uno de los capítulos más fascinantes de la humanidad.
Si alguna vez has soñado con perderte en las páginas de un libro de aventuras, viajar a Uzbekistán es tu oportunidad de vivir esa fantasía.
Por qué visitar Uzbekistán
Hay lugares en el mundo que simplemente te atrapan. Uzbekistán es uno de ellos. No es el típico destino de playa o de rutas convencionales, y precisamente por eso resulta tan especial. Aquí no vienes a ver monumentos detrás de una cámara: vienes a sentir la arena bajo tus pies en el desierto de Kyzylkum, a tocar los mosaicos de hace 600 años en Samarcanda, a compartir un plato de plov con una familia local que te invita a su casa como si te conociera de toda la vida.

Este país te regala experiencias que no encontrarás en ninguna otra parte del planeta. Desde las ciudades de la Ruta de la Seda hasta paisajes que parecen de otro mundo, Uzbekistán es perfecto tanto para los amantes de la historia como para quienes buscan algo diferente, auténtico y transformador.
Un viaje en el tiempo por la Ruta de la Seda
La Ruta de la Seda no es solo historia antigua: en Uzbekistán sigue viva. Caminar por las calles de Samarcanda, Bujará o Jiva es como abrir un portal al pasado. Estas ciudades fueron los epicentros del comercio mundial durante más de mil años, lugares donde se cruzaban culturas, religiones e ideas que cambiaron el curso de la civilización.

En cada rincón te topas con caravasares restaurados donde los mercaderes descansaban, madrasas cubiertas de azulejos que brillan como joyas, y mausoleos que guardan los restos de sabios y conquistadores. Lo mejor de todo es que estos lugares no son museos muertos: la gente sigue viviendo, trabajando y rezando en ellos. Los artesanos tallan madera y forjan cuchillos como lo hacían sus tatarabuelos, y los panaderos hornean el mismo pan en hornos de barro que llevan siglos en pie.
Arquitectura que quita el aliento
Si hay algo que te va a dejar con la boca abierta en Uzbekistán, es su arquitectura. La Plaza Registán en Samarcanda es probablemente el conjunto arquitectónico más impresionante de toda Asia Central. Tres madrasas monumentales flanquean una plaza que parece sacada de un cuento de las Mil y Una Noches. Los mosaicos turquesas, los dorados y los patrones geométricos son tan perfectos que cuesta creer que fueron hechos a mano hace más de seis siglos.

Bujará es un museo a cielo abierto donde cada esquina esconde una mezquita, un minarete o un palacio. El complejo Po-i-Kalyan con su minarete de 47 metros te hace sentir diminuto, mientras que el Mausoleo de los Samánidas, con más de mil años de antigüedad, te recuerda que esta civilización es más antigua que muchas de las europeas que conocemos.
Y luego está Jiva, la ciudad amurallada que parece congelada en el tiempo. Entrar por sus puertas es como atravesar un decorado de película, solo que todo es real. El Itchan Kala, su casco histórico, es Patrimonio de la Humanidad y está tan bien conservado que te sentirás como un viajero medieval cruzando sus calles estrechas.
La hospitalidad uzbeka
Aquí viene una de las mejores sorpresas de Uzbekistán: su gente. Los uzbekos son conocidos por su hospitalidad legendaria, y no es exageración. Es muy probable que durante tu viaje alguien te invite a tomar té, a comer en su casa o simplemente a charlar un rato. No te extrañe si un desconocido se ofrece a enseñarte el camino, te regala una fruta del mercado o insiste en que pruebes su plov casero.
Esta calidez humana transforma completamente la experiencia de viaje. No te sientes como un turista observando desde fuera, sino como un invitado de honor. Los uzbekos están orgullosos de su país y genuinamente emocionados de compartirlo contigo. Aprenderás palabras en uzbeko, te enseñarán a hacer pan, te contarán historias de sus abuelos. Es el tipo de conexión que hace que vuelvas a casa con más que fotos: vuelves con amigos.
Una aventura para los sentidos
La comida uzbeka merece un apartado aparte porque es, literalmente, espectacular. Olvídate de los clichés sobre la comida de Asia Central: aquí se come muy, muy bien. El plov (arroz con cordero, zanahorias y especias) es el plato nacional y cada región tiene su propia versión. En Samarcanda lo preparan de una manera, en Bujará de otra, y todas son deliciosas.
Los samsas son empanadas rellenas de carne o calabaza horneadas en hornos de barro llamados tandoor. El shashlik (brochetas de carne) se asa a la perfección en cada esquina. Las sopas como el lagman (fideos con verduras y carne) o el shurpa te reconfortan después de un día caminando. Y los panes uzbekos, especialmente el non, son una obra de arte comestible, decorados con patrones y cocidos hasta quedar crujientes por fuera y esponjosos por dentro.
Los mercados son un festín para los sentidos. El Mercado Chorsu en Tashkent es una explosión de colores, olores y sabores: montañas de especias, frutas secas, nueces, dulces tradicionales, quesos y yogures caseros. Es el lugar perfecto para interactuar con los locales y probar cosas nuevas.
Los imprescindibles de Uzbekistán
Uzbekistán tiene tanto que ofrecer que podrías pasar semanas explorándolo y aún te quedarían lugares por descubrir. Pero si tu tiempo es limitado, hay ciertas ciudades y monumentos que no puedes perderte. Estos son los lugares que definen la esencia del país y que te darán una experiencia completa de su historia, cultura y belleza.
Samarcanda

Samarcanda es la joya de la corona. Esta ciudad fue la capital de Uzbekistán del imperio de Tamerlán en el siglo XIV y sigue siendo el corazón cultural del país. Solo el nombre evoca imágenes de caravanas, palacios y conquistas épicas. Tamerlán convirtió Samarcanda en la ciudad más espléndida de su tiempo, trayendo a los mejores arquitectos, artesanos y sabios de todo su imperio para embellecerla.
La Plaza Registán es el ícono absoluto. Este conjunto de tres madrasas (escuelas coránicas) construidas entre los siglos XV y XVII es simplemente impresionante. Los edificios están cubiertos de mosaicos turquesas y dorados tan intrincados que puedes pasarte horas admirándolos. Al atardecer, cuando las luces iluminan las fachadas, el espectáculo es mágico. Es el lugar perfecto para sentarte, observar y dejar que la grandeza del lugar te invada.
El Mausoleo Gur-e-Amir es otro imperdible. Aquí está enterrado el propio Tamerlán junto a algunos de sus descendientes. El interior es de una belleza arrebatadora: paredes cubiertas de oro y lapislázuli, una cúpula que parece flotar, y una atmósfera solemne que te hace bajar la voz instintivamente.
La Mezquita Bibi-Khanum fue en su momento una de las mezquitas más grandes del mundo islámico. Aunque hoy está parcialmente en ruinas, su escala colosal te da una idea del poder y la ambición de Tamerlán. El patio es enorme, con un minarete en cada esquina, y puedes subir a algunas partes para tener vistas panorámicas de Samarcanda.
Y luego está la Necrópolis de Shah-i-Zinda, un complejo de mausoleos que te deja sin aliento. Es un callejón flanqueado por más de una docena de tumbas, cada una más hermosa que la anterior. Los azulejos brillan con todos los tonos de azul, verde y turquesa imaginables. Según la leyenda, aquí está enterrado un primo del profeta Mahoma, lo que convierte el lugar en un sitio de peregrinación. La subida por las escaleras entre los mausoleos es una experiencia casi espiritual.
Bujará

Si Samarcanda te impresiona con su grandeza, Bujará te conquista con su encanto. Esta ciudad es más íntima, más tranquila, perfecta para perderse por sus callejuelas sin prisa. Bujará fue durante siglos un centro de comercio y de aprendizaje islámico, y ese legado se respira en cada esquina.
El complejo Po-i-Kalyan es el corazón de la ciudad. El minarete Kalyan, construido en 1127, se alza imponente con sus 47 metros de altura. Es tan icónico que Gengis Khan ordenó no destruirlo cuando arrasó la ciudad en el siglo XIII. Junto al minarete están la mezquita Kalyan y la madrasa Mir-i-Arab, formando un conjunto arquitectónico perfectamente armonioso.
El Ark de Bujará es la fortaleza más antigua de la ciudad, una ciudadela masiva donde vivieron los emires durante siglos. Puedes recorrer sus patios, visitar el museo y subir a las murallas para tener vistas de toda Bujará. Es fascinante pensar en todas las intrigas, batallas y celebraciones que se vivieron dentro de esos muros.
El Lyab-i Hauz es la plaza más bonita de Bujará, construida alrededor de un estanque. Es el lugar perfecto para sentarse en una casa de té tradicional, tomar un té verde con dulces locales y observar la vida pasar. Por la noche, cuando todo está iluminado, el reflejo de las madrasas en el agua crea una postal perfecta.
El Mausoleo de los Samánidas es uno de los edificios más antiguos de toda Asia Central (siglo X) y una joya arquitectónica. A diferencia de los monumentos más recientes cubiertos de azulejos brillantes, este mausoleo está hecho de ladrillo cocido con patrones geométricos tan complejos que parece encaje de piedra. Es pequeño pero perfecto, un testimonio del refinamiento de la cultura samánida.
Jiva

Jiva es la ciudad que todos imaginamos cuando pensamos en las leyendas de la Ruta de la Seda. Su casco antiguo, el Itchan Kala, está completamente amurallado y tan bien conservado que la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad. Entrar por sus puertas es como cruzar un umbral al pasado.
El Itchan Kala está lleno de palacios, mezquitas, madrasas y minaretes, todos construidos con el característico ladrillo de barro que le da a Jiva ese color arena tan especial. Puedes recorrer toda la ciudad a pie en una mañana, pero lo ideal es quedarte al menos dos días para explorar con calma, subir a los minaretes, visitar los museos y simplemente absorber la atmósfera.
El minarete Kalta Minor es el más fotografiado de Jiva. Con sus azulejos turquesas y verdes, brilla como una joya. Lo curioso es que quedó inconcluso: se suponía que iba a ser el minarete más alto de toda Asia Central, pero el kan que lo ordenó construir murió antes de terminarlo.
El Kuhna Ark es la fortaleza del kan, un laberinto de salas, patios y terrazas. Desde lo alto tienes vistas panorámicas del Itchan Kala y del desierto de Kyzylkum que se extiende más allá de las murallas. Es el lugar perfecto para ver el atardecer y entender por qué Jiva fue durante siglos un oasis crucial en medio del desierto.
Tashkent

La capital de Uzbekistán es un contraste total con las otras ciudades. Tashkent es moderna, verde, llena de parques y con una arquitectura soviética que le da un carácter único. Después de los terremotos del siglo XX, la ciudad fue reconstruida con amplias avenidas y edificios monumentales al estilo soviético.
El metro de Tashkent es una atracción en sí mismo. Construido en los años 70, cada estación está decorada de manera única, con mármol, lámparas de araña, mosaicos y esculturas. Es uno de los metros más bonitos del mundo y vale la pena hacer un recorrido solo para verlo.
El complejo Khast Imam es el centro religioso de Tashkent. Aquí se encuentra el Corán de Osman, uno de los manuscritos más antiguos del Corán en el mundo. El complejo incluye varias mezquitas y madrasas, y es un remanso de paz en medio de la ciudad moderna.
El Mercado Chorsu es el alma de Tashkent. Su edificio de cúpula verde alberga un mercado tradicional donde puedes encontrar de todo: frutas frescas, frutos secos, especias, pan recién horneado, carne, lácteos caseros. Es el lugar perfecto para interactuar con los locales, practicar tu uzbeko y comprar souvenirs auténticos.
Planificando tu viaje
Organizar un viaje a Uzbekistán es más fácil de lo que piensas. El país ha invertido mucho en turismo en los últimos años, facilitando los visados, mejorando la infraestructura y conectando las principales ciudades con trenes de alta velocidad.

Aquí te contamos todo lo que necesitas saber para planificar tu itinerario Uzbekistán perfecto.
La ruta clásica (7-10 días)
Si tienes una semana o diez días, este es el recorrido ideal para capturar la esencia de Uzbekistán. Esta ruta cubre las tres ciudades principales de la Ruta de la Seda y te da tiempo suficiente para explorarlas sin prisas.
- Día 1-2: Tashkent Comienza en la capital de Uzbekistán. Dedica el primer día a recuperarte del vuelo y a explorar la ciudad: el metro, el complejo Khast Imam, el Mercado Chorsu. El segundo día puedes visitar los museos, pasear por los parques o hacer una excursión a las montañas cercanas de Chimgan si es temporada.
- Día 3-5: Samarcanda Toma el tren de alta velocidad Afrosiyob (2 horas y media) hasta Samarcanda. Estos tres días los dedicarás a explorar la ciudad en profundidad: Plaza Registán, Gur-e-Amir, Shah-i-Zinda, Bibi-Khanum, el observatorio de Ulugh Beg, el bazar Siab. Te sobra tiempo para tomártelo con calma, tomar té en casas tradicionales y disfrutar de la atmósfera.
- Día 6-8: Bujará Desde Samarcanda puedes tomar otro tren rápido a Bujará (1 hora y media). Bujará es perfecta para explorar a pie. Visita Po-i-Kalyan, el Ark, Lyab-i Hauz, el Mausoleo de los Samánidas, las cúpulas comerciales donde todavía funcionan talleres artesanales. Por la noche, cena en alguna casa de té junto al estanque.
- Día 9-10: Jiva El trayecto de Bujará a Jiva es más largo (entre 6 y 8 horas en coche o taxi compartido), pero vale completamente la pena. Dedica un día completo a perderte por el Itchan Kala, subir a los minaretes y visitar los palacios. El segundo día puedes hacer una excursión a las fortalezas del desierto o simplemente disfrutar del ambiente relajado de la ciudad.
Desde Jiva puedes volver en avión a Tashkent (1 hora y media) para tu vuelo de regreso.
La ruta extendida (14 días)
Si tienes dos semanas, puedes hacer la ruta clásica con más calma y añadir destinos menos conocidos que te darán una perspectiva diferente de Uzbekistán.
Añade Nukus y el Mar de Aral. Desde Jiva, Nukus está a solo 2-3 horas. Esta ciudad alberga el Museo Savitsky, una colección increíble de arte vanguardista ruso y uzbeko. Desde Nukus puedes hacer una expedición de dos días al Mar de Aral, o lo que queda de él. Ver los barcos oxidados varados en medio del desierto es una experiencia surrealista y un recordatorio poderoso del desastre ecológico.

También puedes incluir el valle de Fergana, una región verde y fértil conocida por su artesanía (cerámica, seda, cuchillos). Las ciudades de Kokand, Margilan y Rishtan ofrecen una experiencia más rural y auténtica.
Otra opción es pasar más tiempo en las montañas. Uzbekistán comparte parte de las montañas de Tian Shan con Kirguistán, y hay rutas de senderismo, lagos alpinos y pueblos tradicionales para explorar.
Mapa de Uzbekistán con los puntos clave
Para entender dónde está Uzbekistán y cómo se conectan sus ciudades principales, imagina el país en el corazón de Asia Central, rodeado por Kazajistán al norte, Turkmenistán al sur, Tayikistán y Kirguistán al este, y Afganistán al sur. Es uno de los dos países del mundo (junto con Liechtenstein) que es doblemente sin litoral, es decir, todos sus vecinos también carecen de costa.
El eje principal del turismo corre de este a oeste: Tashkent está al este, cerca de las montañas. Samarcanda está a 300 km al suroeste. Bujará está otros 280 km más al oeste, y Jiva casi en la frontera con Turkmenistán, a 450 km al oeste de Bujará. Los trenes de alta velocidad conectan Tashkent, Samarcanda y Bujará, mientras que para llegar a Jiva necesitarás avión o coche.
Un buen uzbekistán mapa turístico te mostrará también el desierto de Kyzylkum en el centro, las montañas Tian Shan al este, el valle de Fergana en el extremo oriental, y el Mar de Aral al noroeste.
Información práctica para el viajero
Organizar los detalles logísticos de tu viaje a Uzbekistán es bastante sencillo. El país ha simplificado muchos trámites en los últimos años para facilitar el turismo. Aquí te dejo toda la información práctica que necesitas para que tu viaje sea lo más fluido posible.
Mejor época para visitar Uzbekistán
La mejor época para visitar Uzbekistán es primavera (abril-mayo) y otoño (septiembre-octubre). Durante estos meses el clima es perfecto: días soleados con temperaturas agradables (15-25°C), cielos azules y la naturaleza en su mejor momento. En primavera los árboles frutales están en flor y todo está verde, mientras que en otoño las temperaturas son ideales y los mercados están llenos de frutas frescas.

El verano (junio-agosto) puede ser extremadamente caluroso, especialmente en Bujará y Jiva, donde las temperaturas pueden superar los 40°C. Si viajas en verano, prepárate para madrugar mucho y hacer siestas largas durante las horas más calurosas. La ventaja es que hay menos turistas.
El invierno (noviembre-marzo) es frío, especialmente en Tashkent y Samarcanda, donde puede nevar. Las temperaturas rondan los 0-5°C durante el día. Los monumentos se ven preciosos cubiertos de nieve, y la experiencia es más auténtica con menos turistas, pero necesitarás ropa de abrigo y algunos servicios turísticos operan con horarios reducidos.
Consejo ecológico: Cuando viajes en coche, plantéate ofrecer trayectos a otros viajeros (o compartir coche con ellos) para reducir las emisiones conjuntas y ahorrar dinero. Compartir coche es una forma divertida de conectar con locales y otros viajeros que van en la misma dirección.
Requisitos de visado y documentación
Los requisitos para viajar a Uzbekistán varían según tu nacionalidad. Los ciudadanos españoles y de la mayoría de países latinoamericanos pueden entrar sin visado para estancias de hasta 30 días. Solo necesitas tu pasaporte con al menos 6 meses de validez.
Si planeas quedarte más tiempo o tu nacionalidad requiere visado, puedes solicitarlo online a través del portal e-visa de Uzbekistán. El proceso es rápido (normalmente 2-3 días) y el coste es de unos 20-40 dólares dependiendo del tipo de visado.
A la entrada te pedirán mostrar tu billete de salida y posiblemente un comprobante de alojamiento para los primeros días. También te darán una tarjeta de migración que debes guardar hasta tu salida del país.
No necesitas vacunas obligatorias para entrar en Uzbekistán, pero se recomiendan las habituales: hepatitis A y B, tétanos y fiebre tifoidea. Si viajas de zonas con fiebre amarilla, te pedirán el certificado de vacunación.
Cómo llegar y cómo moverse por Uzbekistán

Vuelos internacionales: La principal puerta de entrada es el Aeropuerto Internacional de Tashkent. Desde España no hay vuelos directos, así que tendrás que hacer escala. Las rutas más comunes son vía Estambul (Turkish Airlines), Dubai (Emirates), Moscú (Aeroflot) o ciudades europeas como Frankfurt o París. El tiempo total de viaje suele ser de 10-14 horas incluyendo escalas.
Uzbekistan Airways, la aerolínea nacional, ha mejorado mucho su servicio y ofrece conexiones desde varios países europeos. Los precios de los vuelos varían mucho según la temporada, pero puedes encontrar ofertas desde 400-600 euros ida y vuelta si reservas con antelación.
Trenes de alta velocidad: Para moverte dentro de Uzbekistán, los trenes de alta velocidad Afrosiyob son la mejor opción. Conectan Tashkent, Samarcanda y Bujará con velocidades de hasta 250 km/h. Son cómodos, puntuales, económicos (15-30 euros por trayecto) y te permiten disfrutar del paisaje. Puedes comprar billetes online en la web de Uzbekistan Railways o en las estaciones, pero es mejor reservar con algunos días de antelación, especialmente en temporada alta.
También hay trenes nocturnos más lentos y económicos que conectan las principales ciudades. Son una buena opción si quieres ahorrar una noche de hotel.
Taxis y transporte local: Los taxis son baratos y omnipresentes. Puedes usar apps como Yandex.Taxi o simplemente parar uno en la calle. Un trayecto típico dentro de una ciudad cuesta entre 1-3 euros. Para trayectos más largos (por ejemplo, de Bujará a Jiva), puedes contratar taxis compartidos que salen cuando se llenan (4-6 pasajeros). Estos son muy económicos (20-30 euros por persona) pero menos cómodos.
Muchos viajeros optan por contratar un conductor con coche para varios días, lo que te da más flexibilidad para parar donde quieras y explorar lugares fuera de las rutas principales. Los precios son negociables, pero rondan los 50-80 euros al día incluyendo gasolina.
Para trayectos cortos, Jiva y Bujará se recorren perfectamente a pie. Samarcanda es más grande pero también se puede explorar andando. En Tashkent usa el metro, que es rápido, barato y una atracción en sí mismo.
Dinero y presupuesto diario estimado
La moneda local es el som uzbeko (UZS). El tipo de cambio fluctúa, pero aproximadamente 1 euro = 12.000-13.000 soms. Puedes cambiar dinero en el aeropuerto, bancos, oficinas de cambio y algunos hoteles. Los euros y dólares se aceptan ampliamente para cambio.
Los cajeros automáticos están disponibles en todas las ciudades principales y aceptan tarjetas internacionales. Las tarjetas de crédito se aceptan en hoteles grandes, restaurantes turísticos y algunas tiendas, pero la mayoría de las transacciones son en efectivo, así que lleva siempre soms contigo.
Presupuesto diario (por persona):
- Económico (20-30 euros/día): Alojamiento en hostales o casas de familia (5-10 euros), comida en restaurantes locales (5-10 euros), transporte público (2-5 euros), entradas a monumentos (5 euros).
- Medio (50-80 euros/día): Hotel de categoría media (20-40 euros), comida en buenos restaurantes (15-25 euros), algunos taxis y transporte cómodo (10 euros), entradas y guías (10 euros).
- Lujo (100+ euros/día): Hoteles boutique o cadenas internacionales (60+ euros), restaurantes de alta cocina (30+ euros), conductor privado (20+ euros), experiencias exclusivas y guías privados.
Uzbekistán es un destino muy asequible. Las comidas son baratas y abundantes, el transporte es económico, y las entradas a los monumentos suelen costar entre 1 y 5 euros. Puedes viajar muy cómodamente con un presupuesto medio y disfrutar de experiencias de lujo a precios que en Europa serían impensables.
Dónde alojarse en Uzbekistán
Uzbekistán ofrece opciones de alojamiento para todos los gustos y presupuestos.
Casas de familia (homestays): Esta es la opción más auténtica y económica. Las familias uzbekas abren sus casas a viajeros, ofreciendo habitaciones limpias y comidas caseras. Es la mejor manera de conocer la cultura local de cerca. Espera pagar 10-20 euros por persona por noche incluyendo desayuno. Muchas veces también te ofrecerán cena por un coste adicional mínimo.
Hoteles boutique: En Samarcanda, Bujará y Jiva hay muchos hoteles boutique instalados en edificios históricos restaurados (antiguas madrasas, caravasares o casas tradicionales). Tienen patios preciosos, decoración tradicional y un encanto especial. Los precios van de 30 a 80 euros por noche.
Hoteles de cadena: En Tashkent y Samarcanda encontrarás hoteles internacionales como Hilton, Hyatt o Wyndham si prefieres estándares occidentales. Los precios son más altos (80-150 euros) pero obtienes comodidades como gimnasio, spa y desayunos buffet.
Hostales: Las ciudades principales tienen hostales con dormitorios compartidos (5-10 euros) y habitaciones privadas (15-25 euros). Son perfectos para viajeros mochileros y para conocer a otros viajeros.
Reserva con antelación durante la temporada alta (abril-mayo y septiembre-octubre), especialmente en Bujará y Jiva, donde el número de alojamientos es limitado.
La comida uzbeka

Ya hemos hablado de lo deliciosa que es la comida uzbeka, pero aquí van los platos específicos que no puedes perderte:
- Plov: El rey de la gastronomía uzbeka. Arroz cocido con cordero, zanahorias, cebollas, ajo y especias. Cada región lo prepara diferente. En Tashkent se suele servir los jueves y domingos en ocasiones especiales.
- Samsa: Empanadas triangulares rellenas de carne de cordero picada con cebolla, o de calabaza para la versión vegetariana. Se hornean en tandoor hasta quedar crujientes.
- Lagman: Sopa sustanciosa de fideos hechos a mano con carne, verduras y un caldo especiado. Perfecta para días fríos.
- Shashlik: Brochetas de carne (cordero, ternera o pollo) marinadas y asadas a la parrilla. Se sirven con pan, cebollas y salsa de tomate.
- Manti: Dumplings al vapor rellenos de carne o calabaza. Se comen con las manos mojándolos en yogur o crema agria.
- Non: El pan uzbeko es sagrado. Se hornea en tandoor y tiene formas y decoraciones diferentes según la región. Nunca se pone boca abajo y nunca se tira.
- Té: El té verde es la bebida nacional. Se toma sin azúcar y se sirve en teteras pequeñas. Es de mala educación llenar la taza hasta arriba; se sirve solo un poco y se va rellenando constantemente.
Los restaurantes locales (chaikhanas) son muy económicos. Un plato principal cuesta entre 2 y 5 euros. Los restaurantes turísticos son un poco más caros (8-15 euros por comida completa) pero siguen siendo muy asequibles.
Consejos de cultura y etiqueta básica
Uzbekistán es un país de mayoría musulmana pero bastante secular. Dicho esto, respetar las costumbres locales hará que tu experiencia sea mucho mejor:
- Vestimenta: En las ciudades puedes vestir de manera bastante informal, pero al visitar mezquitas activas o lugares religiosos, las mujeres deben cubrirse los hombros y las piernas (pantalones largos o faldas por debajo de la rodilla). Llevar un pañuelo para cubrirse la cabeza es recomendable. Los hombres deben evitar pantalones cortos en lugares religiosos. En general, Uzbekistán es bastante relajado con la vestimenta, pero vestir de forma modesta te ganará respeto.
- Hospitalidad: Si te invitan a casa de alguien, es costumbre llevar un pequeño regalo (dulces, frutas, algo de tu país). Te quitarás los zapatos al entrar. Cuando te sirvan comida, es de buena educación aceptar al menos un poco, aunque no tengas hambre. Rechazar comida o té puede considerarse descortés.
- Saludos: El saludo tradicional es «Assalomu alaykum» (la paz sea contigo), al que se responde «Va alaykum assalom». Los hombres se dan la mano, mientras que las mujeres pueden saludarse con un ligero asentimiento. Entre hombres y mujeres que no son familia, el contacto físico es menos común, así que espera a que la otra persona extienda la mano primero.
- Pan: Como mencionamos, el pan es sagrado. Nunca lo pongas boca abajo, nunca lo tires, y si se cae al suelo, levántalo y bésalo antes de ponerlo en un lugar alto. Es una tradición muy arraigada.
- Fotografía: Pregunta siempre antes de fotografiar a las personas, especialmente a mujeres y ancianos. La mayoría de la gente no tiene problema, pero es una cuestión de respeto. En algunos lugares religiosos o militares está prohibido fotografiar.
- Propinas: No son obligatorias pero son apreciadas. En restaurantes turísticos, dejar un 10% está bien. Los conductores y guías también agradecen las propinas si han hecho un buen trabajo.
- Regateo: Es normal y esperado en bazares y mercados. Hazlo con buen humor y respeto. Normalmente puedes conseguir entre un 20-30% de descuento del precio inicial.
Seguridad y salud para el viajero
Una de las preguntas más frecuentes es: ¿es seguro viajar a Uzbekistán? La respuesta corta es sí, muy seguro. Uzbekistán es uno de los países más seguros de Asia Central para los turistas.
Seguridad general: La criminalidad violenta es extremadamente rara. Los uzbekos son hospitalarios y respetuosos con los visitantes. Los casos de robo son poco comunes, aunque como en cualquier lugar del mundo, debes tomar precauciones básicas: no dejes objetos de valor a la vista, ten cuidado en lugares muy concurridos, y guarda copias de tus documentos importantes.
Las mujeres pueden viajar solas sin problemas. El acoso es poco común, y si ocurre algo, la gente local suele intervenir. Dicho esto, aplica el sentido común: evita caminar sola por lugares aislados de noche y mantente en zonas turísticas cuando sea posible.
Salud: El agua del grifo no es potable. Bebe siempre agua embotellada o hervida. Los restaurantes turísticos usan agua filtrada para cocinar, pero en lugares más locales ten cuidado con ensaladas crudas y hielo.
La comida callejera es generalmente segura si ves que está recién cocinada y hay mucha gente comiendo allí. Los problemas estomacales son poco comunes si eres sensato con lo que comes.
No hay enfermedades tropicales graves de las que preocuparse. En verano hay mosquitos, especialmente cerca del agua, así que lleva repelente. La altitud no es un problema en las ciudades principales, aunque si haces senderismo en las montañas, ten en cuenta que algunas áreas superan los 2.500 metros.
Las farmacias están bien surtidas con medicamentos básicos. Los hospitales privados en Tashkent tienen buenos estándares, aunque en ciudades más pequeñas la atención médica es más básica. Contrata un seguro de viaje que cubra evacuación médica por si acaso.
Transporte: Conducir en Uzbekistán puede ser caótico. Los conductores son agresivos y las normas se siguen de manera flexible. Si alquilas un coche, ten mucho cuidado. Es más seguro y relajante contratar un conductor.
Áreas a evitar: Las fronteras con Afganistán y Tayikistán tienen zonas sensibles que no deberías visitar. El resto del país es completamente seguro. Las autoridades han mejorado mucho la seguridad turística en los últimos años.
Qué comprar en Uzbekistán

Uno de los placeres de visitar Uzbekistán es su artesanía tradicional. Los bazares están llenos de tesoros hechos a mano que son souvenirs perfectos.
- Cerámicas: Rishtan y Gijduván son famosas por su cerámica azul turquesa. Los platos, cuencos y jarras están decorados con patrones tradicionales. Son frágiles, así que si compras piezas grandes, asegúrate de que te las empaqueten bien para el viaje.
- Alfombras y tapices: Las alfombras uzbekas son preciosas y más asequibles que las persas. En Bujará y Samarcanda encontrarás tiendas especializadas. Los suzanis (tapices bordados a mano) son especialmente bonitos y más fáciles de transportar que las alfombras.
- Especias: El comino, el azafrán, la cúrcuma y las mezclas de especias para plov son de excelente calidad y muy baratas. Cómpralas en los mercados locales donde las venden a granel.
- Frutos secos y dulces: Pistachos, almendras, nueces, pasas, orejones de albaricoque. Los mercados tienen montañas de frutos secos frescos y deliciosos. Los halva (dulce de sésamo) y los otros dulces tradicionales también son buenos regalos.
- Cuchillos: Los cuchillos de pchak, típicos de la región de Fergana, son herramientas tradicionales con mangos decorados. Son funcionales y bonitos, pero recuerda que tendrás que llevarlos en la bodega del avión.
- Instrumentos musicales: El dutar (laúd de dos cuerdas) y el doira (tambor de marco) son instrumentos tradicionales uzbekos. Los encuentras en bazares y son decorativos aunque no sepas tocarlos.
- Seda: Margilan es el centro de producción de seda. Puedes comprar telas de seda pura, pañuelos, bufandas y ropa. Los precios son excelentes comparados con lo que pagarías en Europa.
- Libros y arte: En Samarcanda encontrarás reproducciones de miniaturas persas, caligrafía árabe y libros sobre la Ruta de la Seda. Son regalos culturales perfectos.
Los mejores lugares para comprar son el Mercado Chorsu en Tashkent, el bazar Siab en Samarcanda, y las cúpulas comerciales en Bujará donde todavía funcionan talleres tradicionales. No dudes en regatear, es parte de la experiencia.
Tu aventura en Uzbekistán comienza aquí
Uzbekistán es ese viaje que cambia tu perspectiva. No es solo un destino turístico: es una inmersión en una civilización milenaria que sigue viva en sus calles, su gente y sus tradiciones. Es desayunar pan recién horneado mientras el sol ilumina las cúpulas turquesas de Samarcanda. Es perderte en los callejones de Bujará y descubrir un taller donde un artesano lleva cincuenta años tallando madera igual que su padre y su abuelo. Es compartir un plato de plov con una familia que te acoge como si fueras de la familia.
Este país te regala momentos que no podrás capturar en una foto: la llamada a la oración resonando entre las murallas de Jiva al amanecer, el sabor del té verde servido en una casa de té centenaria, la conversación con un anciano que te cuenta historias de cuando las caravanas todavía cruzaban el desierto. Son experiencias que se quedan grabadas en el corazón mucho después de que las fotos se desvanezcan.
Viajar a Uzbekistán es descubrir que el mundo es mucho más grande y fascinante de lo que pensábamos. Es recordar que la historia no está solo en los libros, sino en las piedras que pisas, en los edificios que tocas, en las caras de las personas que conoces. Es confirmar que todavía existen lugares donde el tiempo parece haberse detenido, donde la hospitalidad es genuina y donde cada rincón esconde una historia.
Así que si estás leyendo esto, si algo dentro de ti se ha despertado con la idea de explorar las antiguas ciudades de la Ruta de la Seda, si te imaginas caminando por esos lugares legendarios que solo conocías por fotos y documentales, déjate llevar. Uzbekistán te está esperando. Las cúpulas brillan bajo el sol, el té está caliente, y las puertas están abiertas.
Tu aventura puede comenzar ahora mismo. Busca vuelos, traza tu ruta, prepara tu mochila. Y cuando estés allí, de pie frente a la Plaza Registán al atardecer, con los mosaicos brillando como joyas y el viento del desierto acariciándote la cara, recordarás este momento. El momento en que decidiste que había que vivirlo, no solo soñarlo.
¿Listos para explorar las leyendas de la Ruta de la Seda? Consulta vuelos, comienza a planificar tu itinerario Uzbekistán y prepárate para el viaje de tu vida. Y si tienes preguntas, dudas o necesitas ayuda con tu planificación, déjanos un comentario abajo. Nos encantará ayudarte a hacer realidad este sueño uzbeko.
Excursiones y tours en Uzbekistán

Hola, soy Jota, ¡Gracias por visitar nuestro blog!
En 2016 dejamos nuestra monótona vida y comenzamos a perseguir cascadas, atardeceres y vistas de todo el mundo. En este blog, compartimos historias y consejos de viajes favoritos.
Queremos que todo el mundo pueda viajar a donde quiera, tan a menudo como quiera.